martes, 14 de septiembre de 2010

Infancia en Technicolor


Infancia en Technicolor, originalmente cargada por Ayliña.



"Tenía un cielo azul, y un jardín de adoquines 
y una historia a quemar, temblándome en la piel"

                            Joan Manuel Serrat





Cuando somos niños tenemos un superpoder que vamos perdiendo con los años: la capacidad de que los momentos de felicidad se prolonguen indefinidamente.



Y que brillen.

Y que se saturen.


Por eso me sorprende que haya gente que diga que recuerda siempre su niñez en blanco y negro. A mi no me pasa y eso que me encanta el monocromo. La mía es en "Esplendoroso Technicolor" como las películas de antes.



Mi infancia tiene el color de las moras maduras y de sus manchas en mi ropa, del azul de mi mar y del verde de los helechos, del rojo de mi bicicleta y del tostado de mi piel. Puro technicolor.



Cuando me enfrento a una foto en color siempre intento llegar a esos tonos puros que quizá ya sólo existan en mi recuerdo, captar toda la esencia de lo que esos colores han dejado en mí. Quizá por eso me desespero cuando veo lo desvaídas que son mis fotos a veces. Y mis recuerdos.



Cuando se empieza a hacer fotografía de adulto, como es mi caso, todo es nuevo y todo está por descubrir. Se vuelve a ser niño y vuelve a importarte muy poco que tu descubrimiento del día esté escrito en miles de libros. Porque lo verdaderamente importante es que TÚ lo has sentido hoy. Como cuando eras niño.



Con los años los zapatos han encorsetado nuestros pies, las ropas serias han desterrado a los pantalones cortos y las montañas tienen forma de hipoteca y nóminas y ya no somos capaces de ver los colores, nos asustan las estridencias y las saturaciones y peleamos por momentos de felicidad cada vez más breves, más efímeros, más ruines.



Hoy he decidido que seguiré intentando ese color primigenio.



Y que me sigue encantando andar descalza.



María Martul. Final de verano de 2010


En la foto: Sabela. Otra Niña Sol