viernes, 13 de julio de 2012

Yo la creo, Señora diputada





Y fíjese usted que la creo.

Sí, señora Fabra, creo que es cierto que su exabrupto iba dirigido a los diputados que no pertenecían a su partido.

Creo que son ciertos sus argumentos frente al vídeo: que si provocación, que si la tensión del momento, que si fue dentro de un momento de apoyo al presidente del gobierno...

La creo de verdad.

Y la creo porque me gusta pensar que nadie, nadie, ni siquiera usted ni toda la calaña política que en teoría nos representa es capaz de semejante falta de, ponga aquí lo que quiera, dignidad, caridad, respeto, educación, empatía o cualquiera de esos conceptos tan pasados de moda en los que me gusta confiar que aún conserva en su base la especie humana. Y porque la verdad, lo consideraría una tamaña estupidez. Y ustedes han demostrado ser muy listos.

En serio que la creo.

Y también creo que son unos canallas. Porque, aunque la creo, permítame decirle, señora diputada, que a los parados también los ha insultado. Y a todo el país. Y la ha insultado no sólo usted, la insultan todos ustedes.Y eso es impresentable y es, como le decía, una completa, indignante y enorme canallada.

Insultan al país al que representan, a la comunidad por la que fueron elegidos, a la ciudad que los creyó en su mitín, al pueblo que los apoyó y al ciudadano que asintió con la cabeza al verles hablar tan bien en la tele del bar de su barrio. Su conducta es insultante.

Y dan vergüenza.

Y la dan todos. La dan cuando se aplauden, se jalean, se insultan, la dan cuando se comportan como si el hemiciclo fuera un patio de colegio. Todos.

Todos los que en teoría trabajan en ese absurdo circo en que se ha convertido el Congreso de los Diputados. Nuestra cámara cada vez más baja, más vil y más cruel, más indiferente a las consecuencias de sus actos...

Donde un asno se rasca con otro,
dónde se dirime la vida o la muerte de un país,
dónde cada número que ustedes barajan es una persona, un pueblo...
dónde cualquier parecido con un campo de recreo resulta doloroso e inhumano para los que pusieron su confianza en ustedes.

Porque no están jugando, señorías. Porque no se trata de un partido entre 4ºA y 4º B.

Porque quizá ustedes no saben como se siente uno cuándo ve que no pagará sus facturas,
cuándo ve que sus padres jubilados no podrán disfrutar de el retiro como se merecen,
cuándo mira a sus hijos y siente que se le rompen las entrañas,
cuándo ve que no tiene fuerzas ni para trabajar,
cuándo ve que perderá su casa,
cuándo sus dos titulaciones universitarias no sirven para no envidiar a un camarero londinense,
cuándo ve que se ahoga,
cuándo escribe absurdas cartas como ésta para no reventar, para no liarse a pedradas, para no sentarse en un bordillo y llorar...

Cuándo y dónde no tienen cabida sus juegos.

Un respeto.

Por favor.